Hundo mi memoria en lo efímero del tiempo, con el afán de perpetuar tu existencia en esta lucha intemporal. Combato con la fuerza de los leones, rasgo velos de esperanzas ingenuas que no volverán. Me aferro a la añoranza y me duele la piel que no tocan tus manos. Ya no veo tu sombra, también debió caducar como las hojas en otoño. Eres cuerpo con poros que transpiran olvidos. Quise meterme en tus sueños, estaban vacíos, sin dueño. Los charcos de lluvia, reflejan besos mojados en gotas desvanecidas. Me oprime el alma este desahogo que no puedo compartir. Y allí, en mi memoria vencida, encuentro sin razones que equivocan mi existir. Quiero ser presencia en daga afilada, que clave el tiempo y te deje ahí. Existo porque tú estabas, ahora vivo, sin existir. © Blanca |
Es un bello poema. Lloras una ausencia de una forma bellísima.
ResponderEliminarUn saludo, Blanca.
Hay versos, que sin querer se lloran y dejan su rastro en las letras.
EliminarMuchas gracias M.
Saludos de vuelta.
Es lo que tiene, meterse en sueños ajenos. Y hasta en los propios...
ResponderEliminarAbrazos, compañera
Es peligroso, sí.....
EliminarAbrazos de vuelta Amando.