lunes, 8 de agosto de 2016

(.....)

A sabiendas que ya no estás,
yo escribo.

Porque rendirse
es no haber sentido
y sentirte te hace más vivo.

Cuando la tinta moja
éste papel virgen,
crecen enredaderas
a lo largo de mi cuerpo.

Suben hasta mi pelo
y dejan libre mi cuello.
Donde escribes,
donde posas tu boca,
donde versas mis besos,
donde tus dedos tocan días concretos.

Por eso hoy,
he decidido beberme la noche.

© Blanca Vicario

EDAD

Más allá del vértigo,
cuando el grito cesa
comienzo a pensar
y me dignifico templando
el pecho.
Entonces,
quiero escribirte un poema
que hable del paso del tiempo.
Pero no sé.
A menudo,
se cruzan líneas en tu rostro
y me despisto.
Luego tu sonrisa cesa
y vuelve la sombra.
Tu saliva no responde
y ya no reverdecen los verbos
en presente.
Te acomodaste demasiado;
en cuclillas,
boca abajo,
pensativo
y es tu nuca, luna color plata,
donde se apagan los soles.