lunes, 31 de agosto de 2015

APRENDIZ


Con la venia señor poeta;
yo no sé escribir,
yo recojo alas de pájaros
y las injerto en los poros más antiguos,
los más hondos,
los más añejos
y espero, espero a que broten,
que tomen vida,
que se agarren a mi espalda
y levanten ciertos vuelos.
Llegar a los rascacielos que sostienen
las palabras.
Yo no sé escribir,
tan sólo espero el derrumbe de tu boca
en la mía.
Entonces... se habrá escrito el verso
en un vuelo efímero, etéreo, sin palabras,
mudo, muerto.
Quizás... para resucitarnos.








Hoy, tal vez,
tendría que haberme puesto al sol
y como los girasoles
abandonarme a los movimientos
del reloj.
Después,
desertar a esa hora punta de los amantes,
donde se pierden los zapatos.
Tal vez,
la ilusión venga en forma de lluvia,
me empape y me cristalice.








Yo,
que fui sirena muda
y atraje tu muerte
hasta mis piernas.
Luché por cambiar la historia
y me desnudé de escamas
para ti.
Y ahora protagonista en la fábula;
espero sentada en la roca
al otro lado del faro.





Nunca pienses más de lo que debes.
Nunca trates de alcanzar lo inalcanzable.
Estamos supeditados a la tierra,
al sol,
a las estrellas
y a los sentidos.
Nuestro cuerpo es sólo carne.
Casi siempre en la carrera, nos olvidamos
de respirar. 






Había ocurrido alguna otra vez
y guardó Septiembre como quien guarda
un tesoro.
Llovía
y el amor seguía allí,
bajo los árboles,
donde se guardan historias.