domingo, 29 de noviembre de 2015

SEÑALES

SEÑALES
Nos obligaron a pisar líneas rectas,
a ir rectos,
a redimirnos con los ojos,
a enseñar las manos y lavar la conciencia.

Nos enseñaron que de rodillas se reza
y que la lengua escribe silencios.
Que hay oblicuos para saludar,
reverencias y guantes de piel de hiena.

Nos obligaron a la docilidad de conveniencias,
a mantener las páginas de un diccionario,
a estar en los rincones y no saber de nubes.

Por eso, nunca fuimos de altura
y nuestros huesos mermaron.
El cerebro no cuajó las decisiones
paralizando todas las muecas de nuestra carne.

Y ahora, me duelen los brazos;
será de haber intentado siempre el vuelo
y romperme con señales prohibidas.

© Blanca Vicario
Fotografía de Jorge Lázaro. Colección Silence

miércoles, 2 de septiembre de 2015

ASUMIR

Asumiremos,
qué la carne
sólo es carne
y que los huesos
a veces se cansan de sostener.
Qué hay días
que traen flores
y palabras
y desprenden el tacto
de suaves noches
y que los días
guardan todos los acordes
en diferentes formas,
moviéndose en la pena
de un reloj equívoco.

© Blanca Vicario

Otoño

Cuelga el otoño por las esquinas
y escurre la incertidumbre
que llevan las horas.
Pisar en la huellas
no nos hace más fuerte
y tiemblan las piernas
al frío que llega.
Suda la piel
y llama a la tormenta,
mientras un silencio húmedo
roza el hueco del pecho.
Hoy no hay migajas
para los pájaros,
ni pájaros que vuelen.
La vida lleva consigo la espera,
y yo,
ocupo el tiempo en tus ojos.

© Blanca Vicario

lunes, 31 de agosto de 2015

APRENDIZ


Con la venia señor poeta;
yo no sé escribir,
yo recojo alas de pájaros
y las injerto en los poros más antiguos,
los más hondos,
los más añejos
y espero, espero a que broten,
que tomen vida,
que se agarren a mi espalda
y levanten ciertos vuelos.
Llegar a los rascacielos que sostienen
las palabras.
Yo no sé escribir,
tan sólo espero el derrumbe de tu boca
en la mía.
Entonces... se habrá escrito el verso
en un vuelo efímero, etéreo, sin palabras,
mudo, muerto.
Quizás... para resucitarnos.








Hoy, tal vez,
tendría que haberme puesto al sol
y como los girasoles
abandonarme a los movimientos
del reloj.
Después,
desertar a esa hora punta de los amantes,
donde se pierden los zapatos.
Tal vez,
la ilusión venga en forma de lluvia,
me empape y me cristalice.








Yo,
que fui sirena muda
y atraje tu muerte
hasta mis piernas.
Luché por cambiar la historia
y me desnudé de escamas
para ti.
Y ahora protagonista en la fábula;
espero sentada en la roca
al otro lado del faro.