Baño la cordura,
ella me embadurna en trozos de cristal que se clavan hasta el vértice. Se ancla en mi ombligo, me desazona, me inclina hasta el éxtasis de lo impecable; me cansa, me ata. Como riendas de un corcel me adiestra, me ahoga, me arrastra hasta la efímera perfección inexistente. El agua me reclama; desnuda me baño en el, limpio máscaras impuestas y descubro la verdad, ella está en el agua y la sal. Quiero ser inocua, loca y viva. Entonces sonrío. Y renazco en la libertad de las palabras. ©Blanca |
domingo, 28 de julio de 2013
Resurgir
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Bellísimo !!! .
ResponderEliminarOHB .