Ella tenía un vestido, cosído con tela de besos y lleno de palabras. Era rojo como su boca. Tenía una casa, una pradera, un gato y una cama. Ella tejía las nubes con los hilos de sus ojos; luego las colocaba en la cama. -Decía que preparaba el cielo- Cuando las voces del día callaban, bajaban las lunas; entonces… un huracán de emociones, formaba remolinos en su ombligo. Ella lo tenía todo. Tenía un amante. © Blanca |
A veces el amor o ya sea simplemente sexo es lo que nos da la plenitud de la vida.
ResponderEliminarbesos.
Fascinante tu Poesía, Blanca. El día a día del corazón deambulando entre cristales, transponiéndose a paredes mudas, durmiendo en la cornisa sobre nubes blancas.
ResponderEliminarGracias por compartir la generosidad habitada en tu ser.
Un abrazo, Jhota