El aire llenó con sus mentiras, todos los espacios que la piel guardaba para las verdades. Ella, ahondó, arrastró, se arañó para limpiarse. Pero los posos de ciertas palabras anidaron. Y en la noche, le crecían lunas negras que no respiraban. En su ahogo, convulsionaba frente al día; esperando desahogarse aunque fuera de mentira. © Blanca |
¡¡Pues, sabes una cosa, doña Blanquita... que me ha encantado este Blog, es diferente, y lo irás llenando con tus versos, poco a poco, renglón a renglón, y son esos sentimientos que puedes escribir para deleitarnos con tus preciosas letras!!
ResponderEliminarUn beso enorme,
Mía