Tenía una distancia y una meta y una flor en su pelo, una ventura en el trayecto y una mácula en su cuerpo.
Ella no era virgen
y recreaba escenas furtivas. Jugaba en los cristales con el vaho de sus adentros y pintaba y movía su pelo y escribía respuestas. Un zumbido de abejas habitaba su ombligo y una sensación se abría. Ella coleccionaba espacios de tiempo. Decía, que por si acaso. © Blanca Vicario |
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