Cada instante soy menos;
mermo a cada paso mientras la ropa me queda grande. No hay talla para la vejez ni guantes para estos dedos. Yo, que creía en perfecciones y líneas que morían en el pubis. Sin embargo, sólo queda el eco, viajero incansable que arremete como los trenes de corta distancia, con vértigos de palabras en caída libre, que aterrizan y dejan cráteres secos con olor a ceniza. Suerte tengo, que siempre supe de flores y ahora el amor me escribe poemas. © Blanca Vicario |
domingo, 14 de diciembre de 2014
VEJEZ
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erizas la piel...
ResponderEliminarHola bloguera.
ResponderEliminarTienes una mención Liebster Award en esta dirección:http://abrazodelibro.blogspot.com.es/2014/12/nominacion-liebster-award.html
Felicidades también por navidad.
Un abrazo.