Primero la luz y luego el trueno, traen la lluvia del silencio. Cala hasta los huesos y en la savia de ellos flotan todas las palabras y escriben: Amor mío, mi cuerpo está cansado, quebrado por la ausencia y floto en ella, como un pez que busca el mar. Vivo el trayecto a la deriva de tu cuerpo, de tu sangre; qué me ahogue, qué me transfunda, qué me haga nueva. Qué me quite todas las lunas negras y llene mi cama de soles, para mirarte. © Blanca |